Reflexiones
No sé en qué momento me decidí a ser músico. Fue un hecho desde que tengo uso de razón: el piano fue mi primer juguete, y mi favorito. La maravillosa experiencia de haber podido escuchar a mis padres y a muchos otros músicos, buscando infatigablemente la verdad y la perfección, así como los consejos y estímulos de tantos grandes intérpretes, me hicieron sentir el deber de transmitir estos ideales de respeto y amor por el más profundo y universal de los lenguajes.
Hoy en día en que la música, o mejor dicho, los músicos dependen desgraciadamente cada vez más de los valores mediáticos de la vida actual, he tratado de buscar mi camino obedeciendo a otro orden de valores.
Las mayores influencias de mi vida musical después de mis padres, fueron directores de orquesta como Erich Kleiber y Hermann Scherchen con los cuales tuve el gran honor de tocar siendo todavía muy joven. Inolvidables fueron las clases de Sergiu Celibidache e indispensables las de mi gran maestro Claudio Arrau. Él guió mi desarrollo pianístico desde mi infancia y fue un ejemplo para toda mi vida. Nunca me incitó a imitar, sino a ser un músico maduro buscando su propio camino.
Siempre he tratado de llegar lo más lejos posible en la interpretación de una obra, impregnándome del contexto humano y cultural del compositor.
La obra de los grandes compositores es de una magnitud tan vasta, que nos ofrece una fascinante tarea de búsqueda para toda la vida.
En mis conciertos y clases quisiera expresar mi agradecimiento al destino por haberme dado la posibilidad de elegir el camino de la música para mi vida.